El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define el término resiliencia como la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas.
Este término también puede emplearse en el caso del Valle Salado. Se trata de un paisaje con características naturales, culturales, sociales y economicas que destaca por su capacidad de sobreponerse a lo largo de su historia a los impactos, absorber las presiones, resistir las perturbaciones y salir nuevamente transformado e incluso fortalecido.
El Paisaje Cultural del Valle Salado de Añana es el resultado de la evolución de un lugar de trabajo en un entorno natural que se ha ido adaptando a las necesidades de sus propietarios y trabajadores durante generaciones, desarrollándose una cultura propia basada en el “saber hacer” del salinero que mantiene invariable sus características identitarias.
Las salinas de Añana continúan con su actividad y se convierten así en memoria viva de un proceso en constante adaptación y transformación, donde las diferentes soluciones se incorporan al patrimonio histórico y cultural del valle.
El sistema escogido para producir sal “más limpia” y garantizar su viabilidad justificó las constantes transformaciones y sigue justificando hoy en la actualidad la “lucha-investigación” por la sostenibilidad coherente del paisaje.
Los impactos sufridos no fueron sólo de índole socio-económico, sino que también sufrió perturbaciones de tipo medioambiental, tales como inundaciones, de las que supo aprender y logró sobrevivir. Esta insuperable capacidad de adaptación y mejora continua provoca un sentimiento de belleza por la increíble sencillez de las soluciones. Pero también por su perfecta adaptación al medio, con una estética única basada en las formas, materiales y técnicas en un continuo equilibrio ecológico y medioambiental.