El fuerte descenso de la rentabilidad en la producción de sal a partir de mediados del siglo XX provocó la disminución de las labores de mantenimiento de las infraestructuras de producción. Los salineros que todavía luchaban por su Valle Salado comenzaron a organizarse y acudieron a las instituciones públicas en busca de ayuda. Primero para solicitar subvenciones y realizar estudios que les propusieran cómo volver a hacer rentable la producción de sal, aunque fuera por medios alejados de la sostenibilidad, y después con el fin de que las administraciones se implicaran directamente en la conservación de su patrimonio material e inmaterial.
Esta situación propició que las instituciones públicas se dieran cuenta de que el Valle Salado no sólo era la industria más antigua del territorio, sino que era una parte fundamental del patrimonio que era necesario salvaguardar. Por ello, promovieron una serie de leyes y decretos para la protección de las salinas y su entorno, tanto en su vertiente patrimonial como medioambiental.
El punto de inflexión para el Valle Salado se produjo a finales de los años 90, cuando la Diputación Foral de Álava inició una serie de actuaciones directas con objeto de generar las condiciones necesarias para recuperar la sostenibilidad perdida. Para ello se puso en marcha un Plan Director (2000-2004) fundamentado en los buenos resultados alcanzados en uno de los monumentos más relevantes de Álava, la Catedral de Santa María de Vitoria-Gasteiz (Premio Europa Nostra 2002).
La frase que mejor refleja la filosofía del los trabajos efectuados es: “Conocer para recuperar, recuperar para pervivir”. Hay que tener en cuenta que la imagen que ofrece el Valle Salado en la actualidad es el resultado de un complejo proceso evolutivo, tanto desde el punto de vista político y económico como social, que se inició cuando el primer humano aprovechó en la Prehistoria la salmuera de sus manantiales para elaborar sal con fuego y continúa aún muy vivo en la actualidad, produciendo sal de la misma forma que los romanos la conseguían hace ya más de dos mil años.
Para que el paisaje del Valle Salado recuperara su sostenibilidad ha sido necesario comprender este proceso. Sólo aprendiendo de los errores del pasado es posible que el valle sea transmitido en condiciones óptimas de autenticidad e integridad a las generaciones futuras.
En consecuencia, el procedimiento metodológico del Plan Director se basa en tres pasos básicos interrelacionados entre sí. El primero es “documentar”, el segundo “analizar” y el tercero “proponer”.
1.- DOCUMENTAR
Es una condición sine qua non poseer el máximo nivel de conocimiento posible del objeto sobre el que se va a intervenir, pues en el ámbito en el que nos movemos es necesario para los estudios que se vayan a efectuar disponer de una documentación detallada. Además, la documentación se transforma por sí misma en un documento histórico de gran valor para generaciones futuras. Por ello, antes de intervenir en el Valle Salado se ha efectuado una completa documentación de las salinas desde diversos puntos de vista: arquitectónico, histórico, arqueológico, funcional, paisajístico, biológico, geológico y organizativo.
2.- ANALIZAR
Para comprender la realidad física del Valle Salado y afrontar el último paso del proceso con garantías de éxito es necesario analizarlo desde el mayor número de puntos de vista posible. Se creó un equipo de trabajo multidisciplinar cuyos objetivos estaban dirigidos a conocer las claves de la evolución constructiva, funcional, paisajística, geológica, social, turística y económica del valle.
Formando parte del proceso analítico, también ha sido necesario examinar y referenciar un contexto más amplio que el estrictamente local de cara a la búsqueda de promotores de actuaciones, potenciales usuarios y beneficiarios de la recuperación de las salinas.
3.- PROPONER
Las propuestas de mantenimiento y puesta en valor del paisaje parten de una premisa determinante: en el Valle Salado ha existido desde hace miles de años una actividad industrial que ha sido durante toda su historia el motor económico de la zona. Sin embargo, es completamente necesario complementar esta actividad con otras hoy en día viables. En la última parte del procedimiento adoptado se han desarrollado diferentes vías, ya que cada uno de los equipos que participó en la elaboración del Plan Director estuvo encargado de efectuar las propuestas que consideraba más adecuadas en su ámbito de actuación.
Así pues, en primer lugar se ha determinado con nitidez el área y los elementos que constituyen el conjunto de elementos tomando como base criterios históricos, tipológicos, paisajísticos, funcionales o de oportunidad, estableciéndose un escenario de futuro sostenible. Después se han diseñado las distintas propuestas de intervención y, por último, se han diseñado los plazos de ejecución y el coste económico de los trabajos.
Los distintos agentes interesados en el proyecto han estado implicados de forma directa en las propuestas del proyecto: Gobierno Vasco, Diputación Foral de Álava, Cuadrilla de Añana, Ayuntamiento de Añana, sociedad de salineros Gatzagak, asociaciones, etc. De este modo, se han promovido soluciones complejas y viables de forma conjunta que, sin duda, son parte fundamental para lograr los objetivos y aprovechar al máximo las potencialidades que garantizan el futuro del Valle Salado.
Sin duda, en las propuestas ha tenido un papel determinante la sociedad civil y la participación de la comunidad local, de forma que se asegura el futuro desarrollo humano a través de su inclusión y participación activas.